Con la llega da masiva de las cámaras fotográficas a finales de la daca de 1970, se inició entre los turistas una nueva costumbre; Retratarse con estas mujeres. El 30 de agosto de 1981, el cantante Julio Iglesias, que ya gozaba de una enorme popularidad, estaba de vista en la Isla de La Toja, y hacía un posado propagandístico junto con una mujer collarera. La foto llega a la prensa de la época y es publicada en ABC, el periodista escribe a pié de foto;
“El cantante español que triunfa en el mundo entero fue a curar su “morriña” a la estival Isla de La Toja, donde aparece abrazando a una castiza vendedora de collares”
En la década de 1980 comienza una nueva actividad turística en el ayuntamiento de O Grove que tiene que ver con el transporte recreativo de pasajeros por la ira; un nuevo nicho de mercado que ser reproduce en pocos años y multiplica el número de catamaranes, licencias y operadores turísticos que acercan a la gente hasta el puerto para hacer su paseo por la ría. Con es novedad aparece también las ofertas de los collares de conchas marinas que acuden en u número importante a este nuevo punto de atracción de visitantes.
El ayuntamiento necesita regular la actividad y redacta un precario “Regulamento de venda de Colares”
Este reglamento también hace mención a otros aspectos que levantarán polémica entre el sector, fijando que la venta se autoriza “exclusivamente” para objetos artesanales realizados con conchas marinas, y que sean de uso personal ( Collares, broches, pulseras, anillos, pendientes, colgantes) o decorativo, quedando explícitamente prohibida la venta de caracoles exóticos.
Además de diferenciar entre vendedoras ambulantes y vendedoras con mesa fija, el citado reglamento hace mención a otro de los asuntos sensibles de esta actividad, las molestias provocadas por la “agresiva” manera con la que a veces algunas vendedoras se dirigen a sus posibles clientes.
El comportamiento desigual de las vendedoras ocasiona conflictos, motivado tanto por el comercio de producto “no original”, y de baja calidad, que se hace pasar por artesanía local, como por la venta de productos que no tienen nada que ver con su actividad.
La interesante colección de collares, pendientes, pulseras y otras piezas de joyería femenil, propiedad del ayuntamiento de O Grove, depositada en el Centro de Interpretación de Pesca e a Salga, que está situada en Punta Moreiras, dan fe de la alta calidad que atesoran estas realizaciones originales de artesanía. Fruto de un conocimiento y sensibilidad artística de las mujeres que artesanas que los crearon, que han sabido combinar la sostenibilidad artística, excelencia en el arte popular con un oficio que permitía ingresos para la familia.
El trabajo es muy duro y manual, recolectar, limpiar, escoger, cortar, agujerear, combinar, decorar, insertar, rematar…. y finalmente vender. Cada pieza es original y única, lo que le da un valor especial, a parte de un recuerdo sentimental si se ha visitado la Isla de La Toja.
En la actualidad muchas artesanas está acogidas bajo el régimen de calidad de “Artesanía de Galicia” que son las que preservan esta ancestral tradición, combinándola con una certificación de Artesanas que acompaña a cada joya creada con su número de Artesano oficial.
Estas Joyas han sido ofrecidas a lo largo del tiempo como regalo especial y original a mandatarios, reyes y autoridades a nivel mundial.
Incluso en épocas se realizaron adornos en forma de diversas como floreros de conchas que se regalaron a Carmen Polo (mujer de Fco. Franco) en su visita al Gran hotel de La Toja.
Una de las piezas realizadas en sacar qué un agasajo a la reina Sofía cuando asistió a la inauguración del Puente de la isla de Arosa en 1985.